En la práxis política, en la acción política, existe un término que necesita un acontecimiento en el tiempo, en un espacio identificable y en una circunstancia determinada.
El comunicador político Antonio Gutiérrez-Rubí afirma que “el término se emplea para expresar el impulso —en cuanto notoriedad y oportunidad— que una idea o persona tiene en un momento determinado, bajo un contexto determinado. El momentumse presenta como imparable, inevitable por extraordinariamente oportuno, por saber conectar el espíritu del momento.
Por su parte, Rodrigo Borja en su enciclopedia de la política, sostiene que esta palabra latina “designa un concepto extraordinariamente importante en la vida política: la oportunidad propicia —que con frecuencia es oportunidad única e irrepetible— para hacer algo exitosamente.
El momentum de la acción política es fruto de una serie de circunstancias objetivas y subjetivas que concurren en una coyuntura dada y que posibilitan el éxito de una iniciativa o de una operación política.
Por definición, el momentum dura poco. Es generalmente efímero, a veces, fugaz, y con frecuencia, irrepetible.
Las circunstancias —unas buscadas, otras fortuitas— se juntan, cruzan y combinan para crear la atmósfera social y las condiciones objetivas y subjetivas favorables para ser algo o hacer algo.
El momentum recoge una corriente de opinión mayoritaria dentro de la sociedad, un anhelo sentido, una demanda social generalizada. Y el éxito de un líder o un partido político depende de su capacidad de respuesta a esos requerimientos”.
Coincido con los autores arriba citados, pero sostengo que el momentum también puede ser fruto de la casualidad, de un hecho determinado o de la suerte.
Me parece que Xóchitl Gálvez encontró la oportunidad propicia para colocar su momentum en el imaginario colectivo a partir del hecho que el presidente de la república no la dejó entrar a palacio nacional, para asistir a la mañanera a ejercer su derecho de réplica, que un juez le había otorgado vía el amparo que había promovido.
Ella identificó claramente que su respuesta debía tener alto impacto mediático y declaró que si se le habían cerrado las puertas de palacio nacional, ella las iba a abrir desde adentro y que por lo tanto, iba a buscar la presidencia de la República.
Con ello, dio respuesta a las miles de personas que habían visto en ella el potencial requerido para encabezar el esfuerzo y que la idea de gobernar la CDMX, debería quedar atrás porque el reto era más importante.
A partir de esa decisión, Xóchitl Gálvez se ubicó en su momentum e inmediatamente empezó a tener manifestaciones de apoyo de militantes de partidos y en especial de personas de la sociedad civil.
Xóchitl tuvo la habilidad, de identificar su momentum y comenzó a actuar en consecuencia.
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