La comunicación es una vía novedosa para romper la formalidad jurídica del positivismo y para lograr una determinación de los instrumentos jurídicos desde una perspectiva diferente, más plural e incluyente. En este contexto, la teoría de la acción comunicativa de Jürgen Habermas resulta particularmente importante. Esta teoría bien podría renovar el debate en torno a la determinación de los contenidos jurídicos y, sobre todo, de las relaciones existentes entre los diversos ordenamientos a nivel nacional e internacional.
Para Jürgen Habermas la racionalidad comunicativa es un modelo incluyente, que consiste en un proceso de aceptación de lo otro, bajo un esquema comunicativo Habermas pretende dar solución a la unilateralidad denunciada en cuanto a los contenidos jurídicos se refiere. Desde el marco de la perspectiva comunicativa, cualquier determinación de los contenidos de normas universales referentes a los derechos humanos debiera ser una argumentación dialógica inter partes, es decir, la universalidad de los derechos universales se alcanza a partir de un diálogo que también tendría ese carácter universal.
Como ya he dicho, Habermas pretende abrir con su teoría nuevas posibilidades de racionalidad, él tiene en mente un modelo de racionalidad comunicativa que permita la aparición de nuevos sujetos sociales que hasta ese momento permanecían ocultos. De tal modo, es necesario reconstruir el terreno de lo intersubjetivo, que de esta manera se convierte en una tarea dialogal, es decir, comunicativa. Es evidente que las imágenes metafísicas del mundo ya no son funcionales; por el contrario, es necesario asumir nuevos instrumentos, como la acción comunicativa, para fundar una praxis social diferente capaz de superar las desgarraduras del proyecto moderno.
Es en estos términos que Habermas encuentra en la argumentación el instrumento adecuado para superar los efectos desgarradores de la egotidad (causado por el individualismo), romper la subjetividad que al pensarse una y otra vez a sí misma torna objeto al sujeto y, de esta manera, pretende que en el ir y venir de argumentos se llegará al consenso.
De tal modo, la sociedad habrá de participar del diseño de las ideas, es decir, de los mecanismos rectores del destino de lo público. La teoría argumentativa quiebra con el modelo tradicional de racionalidad que mitificaba el mundo, más bien lo media con un único instrumento y pretende unir lo desgarrado, tirar un puente que permita una comunicación armoniosa entre uno y otro.
Desde esta perspectiva la teoría de la acción comunicativa es un mecanismo eficaz de construcción de la verdad. La validez no está en el texto sino en el contexto que se determina a través del diálogo. La teoría de la argumentación quiere disponer de un concepto más amplio de validez que no se restrinja al de verdad, posicionando al acuerdo como una posibilidad intersubjetiva.
En el marco de la acción comunicativa la pretensión de una fuente universal de validez se ve abandonada, postulando un paradigma de la verdad dialógica, una verdad que se construye y que, por ende, responde a un proceso que integra el contexto de las voluntades que participan del diálogo. Para un contexto donde los cambios y las transformaciones sociales se consolidan, Habermas es un autor pertinente, pues una sociedad abierta, plural y crítica como la mexicana debe construirse desde un diálogo donde la sociedad civil se manifieste y presente sus argumentos a las autoridades correspondientes.
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