La fatiga crónica a causa de actividades laborales, también conocida como burnout, es una de las enfermedades de la era moderna que afecta a más del 40% de los trabajadores a nivel mundial. A nivel nacional, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) estimó que el 75% de los trabajadores mexicanos padecen esta condición, superando los niveles de China (73%) y Estados Unidos (59%).
Problemas gastrointestinales frecuentes, migrañas, tensión constante a nivel muscular, trastornos del sueño. Esos y otros síntomas caracterizan a este padecimiento que organizaciones mundiales están buscando atender de manera inmediata para evitar víctimas mortales.
Hay múltiples medidas para enfrentar la fatiga crónica, pero una de las más recurrentes es realizar descansos activos para equilibrar las cargas de trabajo, no caer en el sedentarismo y mantener una buena actitud a través de actividades divertidas y relajantes.
“El cuerpo es para moverse, no para estar sentado en una silla”: Mtro. Agustín Cadena
El Mtro. Agustín Cadena Espíndola, jefe del área IBERO Actívate de la Universidad Jesuita, explica cómo se ha implementado la iniciativa de pausas activas, donde, a través del espíritu ignaciano, brindan un momento de convivencia, actividad, relajación y diversión a sus colaboradoras y colaboradores al menos una vez a la semana.
Con solo cinco minutos lejos de computadoras y escritorios, las y los participantes podrán mover su cuerpo, darse un momento para pensar en otras cosas además del trabajo, y divertirse con sus vecinos de oficina, lo que además refuerza la convivencia y el clima organizacional.
A su vez, las pausas activas estimulan la generación de múltiples hormonas y neurotransmisores relacionados con la felicidad y la energía, como la dopamina, endorfinas, serotonina, oxitocina, y regulan o disminuyen sustancias que detonan el estrés o la fatiga, como el cortisol. De esta forma tienen un tiempo de dispersión sana, a la par de que se mejora el rendimiento y se previene el burnout.
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